Estados Unidos.- La creciente acumulación de desechos espaciales amenaza con desencadenar el síndrome de Kessler, una reacción en cadena de colisiones que podría dejar inutilizable la órbita terrestre durante décadas o siglos. Este fenómeno, descrito por primera vez en 1978, ocurre cuando la densidad de fragmentos en el espacio provoca colisiones sucesivas que generan aún más escombros. Actualmente, más de 47,000 objetos rastreables orbitan la Tierra, junto con millones de fragmentos más pequeños que viajan a velocidades extremas y pueden dañar satélites operativos. La pérdida de estos satélites interrumpiría servicios esenciales como el GPS, Internet, las comunicaciones globales y la observación meteorológica, impactando tanto a la vida cotidiana como a la economía global.
A pesar de los esfuerzos para mitigar esta crisis, como tecnologías de limpieza y regulaciones más estrictas, el rápido incremento de lanzamientos comerciales y eventos como la prueba de misiles de Rusia en 2021 complican la solución. El riesgo aumenta con cada lanzamiento de satélites, especialmente de constelaciones masivas como Starlink. Sin medidas urgentes y coordinadas, la funcionalidad orbital podría colapsar, afectando no solo las telecomunicaciones, sino también la exploración espacial futura. Expertos comparan esta situación con la contaminación de los océanos, enfatizando la necesidad de actuar antes de que los daños sean irreversibles.