Tijuana – En un contexto de creciente tensión en la frontera sur de Estados Unidos, los migrantes deportados aseguran que las autoridades migratorias están actuando como cazadores, persiguiéndolos en iglesias y realizando retenes. Carlos, un migrante deportado, expresa su temor y frustración al relatar que las autoridades han comenzado a detener a personas en lugares de culto, y que la situación empeorará en lugares como San Diego y Colorado. Muchos migrantes temen salir a trabajar o incluso conducir, ya que el riesgo de ser arrestados sin papeles se ha incrementado, afectando la estabilidad de sus familias.
Mientras tanto, Donald Trump, en su nuevo mandato, ha firmado una orden ejecutiva que autoriza el despliegue de tropas en la frontera sur. Este movimiento recuerda a la medida adoptada en 2018, cuando el entonces presidente ordenó el envío de la Guardia Nacional ante la llegada de la primera Caravana Migrante. El objetivo de esta militarización parece ser una respuesta a la creciente presión sobre el gobierno estadounidense, que busca reforzar la seguridad y garantizar la deportación de aquellos migrantes que intenten ingresar de nuevo al país.
Los activistas en defensa de los derechos de los migrantes, como el Pastor Albert Rivera, critican fuertemente la política de Trump, considerándola una estrategia de intimidación tanto hacia los migrantes como al gobierno mexicano. Rivera asegura que la decisión del presidente busca enviar un mensaje de fuerza, presionando a México para que refuerce el control de su frontera sur, al tiempo que prepara una “deportación masiva” de aquellos que intenten cruzar ilegalmente.
