El lunes, un tiroteo en una escuela religiosa de Wisconsin dejó dos muertos: un estudiante de 15 años mató a un compañero y a un maestro antes de dispararse a sí mismo. Las autoridades aún investigan las razones detrás del ataque, mientras que otros dos estudiantes permanecen en estado crítico. El jefe de policía de Madison, Shon Barnes, declaró que el tirador llevaba consigo dos armas y que, según documentos judiciales, mantenía contacto con un hombre de Carlsbad, California, quien planeaba atacar un edificio gubernamental. Este hecho subraya un vínculo inquietante entre el tirador y un posible complot más amplio.
En relación a este caso, un juez de California emitió una orden de restricción bajo la ley de bandera roja contra el hombre de Carlsbad. La orden obliga al joven de 20 años a entregar sus armas y municiones a las autoridades dentro de las siguientes 48 horas. En caso de que los oficiales lo consideren un peligro inmediato para sí mismo o para otros, podrán confiscar las armas de forma anticipada. Este evento destaca no solo la gravedad del ataque en Wisconsin, sino también la amenaza que podría haber representado el contacto con el individuo en Carlsbad, lo que ha intensificado las investigaciones en ambos estados.
Las autoridades continúan trabajando para esclarecer los motivos del tiroteo, mientras que la comunidad educativa y los familiares de las víctimas exigen respuestas. Este incidente reabre el debate sobre la seguridad en las escuelas y el control de armas, así como sobre la prevención de actos violentos de este tipo.