Tras ser elegido como nuevo pontífice por el cónclave de cardenales, el estadounidense Robert Francis Prevost sorprendió al mundo al elegir el nombre de Leo XIV, un gesto cargado de simbolismo y continuidad histórica dentro de la Iglesia Católica. El nombre remite a una línea de papas con profundas raíces doctrinales y reformistas, entre ellos el influyente León XIII, recordado por su encíclica Rerum Novarum, precursora de la doctrina social de la Iglesia.
Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, el cardenal Dominique Mamberti pronunció la tradicional frase “Annuntio vobis gaudium magnum: Habemus papam”, y presentó al nuevo papa ante miles de fieles congregados en la plaza. Minutos después, Leo XIV ofreció sus primeras palabras como pontífice: “Peace be with all you”, invitando al mundo a caminar “sin miedo” y reafirmando que “el mal no prevalecerá”.
El nombre Leo ha sido históricamente asociado a pontífices de fuerte liderazgo. Al elegirlo, el nuevo papa parece enviar un mensaje claro sobre su intención de guiar a la Iglesia en un momento de profundos desafíos, reafirmando la importancia del diálogo, la paz y la unidad. Su elección no solo rompe barreras geográficas como el primer papa estadounidense, sino que también marca el inicio de una nueva era bajo la autoridad espiritual de Leo XIV.
