Según una nueva investigación, miles de polluelos de pingüino emperador en cuatro colonias de la Antártida murieron debido a niveles récord de deshielo marino que provocaron una “falla de reproducción catastrófica” a finales de 2022.
Un reciente estudio científico advirtió sobre el “catastrófico” impacto del deshielo prematuro en la Antártida en la reproducción de los pingüinos emperador. La investigación, realizada por el British Antarctic Survey, revela que en cuatro de las cinco colonias de estos pingüinos en la región del mar de Bellingshausen, el 100% de los polluelos murieron, ahogados o por el frío extremo.
El deshielo ocurrió durante la primavera austral del año pasado, coincidiendo con el período de reproducción de esta especie. Los pingüinos emperador tienen un ciclo de vida complejo y delicado. Empollan en invierno, eclosionan en septiembre y alcanzan la independencia a principios del año siguiente.
Aunque las colonias del mar de Bellingshausen representan menos del 5% de la población total de pingüinos emperador, aproximadamente el 30% de todas las colonias se vieron afectadas por el deshielo el año pasado. Esto resultó en la pérdida de numerosos polluelos.
Estas aves marinas viajan grandes distancias para llegar a sus lugares de cría en el hielo, donde los machos incuban los huevos mientras las hembras buscan alimento. Sin embargo, el calentamiento global está impactando negativamente este proceso, y la especie enfrenta amenazas adicionales, como la acidificación de los océanos que afecta a su fuente de alimento.
Los científicos temen que, a pesar de la capacidad de los pingüinos emperador para adaptarse, los cambios extremos en el clima podrían superar sus habilidades de ajuste. Incluso la autoridad estadounidense de protección de la fauna ha categorizado recientemente al pingüino emperador como una especie en peligro de extinción.
El British Antarctic Survey advierte que, si no se toman medidas significativas para abordar el cambio climático, es posible que la mayoría de los pingüinos emperador desaparezcan para finales de siglo. Esta situación pone de manifiesto la urgencia de acciones globales para proteger tanto a estas icónicas aves como al frágil ecosistema antártico.