Tijuana – En la ciudad fronteriza de Tijuana, donde los sueños chocan con la cruda realidad de la migración, un hombre de 64 años se erige como un faro de esperanza y seguridad para los más vulnerables: los migrantes. Albert Rivera Colón, pastor del Albergue Ágape, lleva sobre sus hombros la responsabilidad de proteger y cuidar a aquellos que buscan una vida mejor al otro lado de la frontera.
Con el peso de la seguridad y el temor como compañeros constantes, Rivera se ha convertido en un verdadero guardián de la humanidad en una zona donde la violencia y la incertidumbre acechan en cada esquina. Su vida cotidiana está marcada por el miedo palpable, reflejado en el chaleco antibalas que lleva puesto las 24 horas del día y en las tácticas evasivas que debe emplear para evitar ser objeto de ataques.
El Albergue Ágape, ubicado cerca del basurero de Tijuana, ha sido testigo del paso de más de 7 mil migrantes desde que abrió sus puertas en 2018. Rivera y su equipo han brindado refugio, apoyo y esperanza a cientos de familias desplazadas por la violencia y la persecución en sus países de origen. Sin embargo, esta labor humanitaria no está exenta de peligros.
Ante la creciente inseguridad, Rivera ha implementado medidas de seguridad adicionales en el albergue, incluyendo botones de pánico y la colaboración cercana con las autoridades locales y la Guardia Nacional. Sin embargo, reconoce que el desafío es monumental y que se necesita un esfuerzo conjunto para garantizar la seguridad de todos.